Entornos saludables e hidratación

Se ha comprobado que las grasas poliinsaturadas suprimen la tasa metabólica bruscamente, en especial, el ácido linoléico, este detalle resulta fundamental para crear entornos saludables. Sin embargo, es fácil observar en las recomendaciones oficiales de la OMS, de parte de los sanitarios o del mundo fitness, que el consumo de ácidos grasos poliinsaturados son saludables.

El tan famoso balance omega3:omega6, si bien presenta algunos beneficios para la salud cardiovascular los omega 3, su cantidad es mínima, con la ingesta normal de huevos sería suficiente. Sinceramente yo me preocupo por no consumir ni omega 3 ni omega 6.

Se fomenta llevar una dieta rica en nueces (macadamia y nuez de Brasil son interesantes y las incluiría en la dieta sin abusar), semillas, aguacate, margarinas, aceites vegetales… por ser “saludables para el corazón”. Sin embargo, el hacerlo, produce cambios hormonales que deprimen la tasa metabólica y que llevan al entorno hormonal a un estado contradictorio de hibernación.

Y, entonces… ¿ Como son los entornos saludables?

Lo saludable es llevar una dieta equilibrada, rica en grasas saturadas animales, lácteos, sal, carbohidratos simples, proteína animal de calidad, abundantes minerales, vitaminas y, lo más importante, sin déficit de kcal crónico (habiendo que contextualizar en cada persona, evidentemente).

Otros de los grandes mitos de entornos saludables tienen que con la hidratación. Por un lado, es un error común creer que al “beber agua fría aumenta el metabolismo quemando calorías adicionales”, cuando en realidad lo que hace el agua fría, es robar nuestro calor corporal.

La publicidad sobre hidratación nos engaña

Por otro lado, desde el mundo del deporte, se lanzan campañas agresivas de marketing (como la de Aquarius o la de Gatorade), en las que crean la necesidad de una sobre-hidratación en el entorno saludable deportivo. Mezclan marketing y “ciencia”, y acaban lanzando slogans del tipo: “cuando existe sensación de sed estás deshidratado y el rendimiento deportivo baja un 10%” (Tiene evidencia en ciertos entornos deportivos de larga resistencia y ambientes calurosos pero generalmente no es necesario estar continuamente bebiendo agua). No es más que basura publicitaria. La realidad es que beber mucha agua, provoca sobrehidratación, deprimeiendo la tasa metabólica.

Concretamente, beber demasiada agua, estimula una respuesta de estrés hormonal, debido a la hiponatremia reactiva por los bajos niveles de sodio en la sangre. Y es que, el principal mineral regulador del equilibrio electrolítico extra e intra-celular es el sodio. Más aún, nuestro líquido extracelular es salado. Así, por ejemplo, una solución de suero salino isotónico intravenoso es, simplemente, agua con sal. Hablando rápido y mal, si toda la vida tiene su origen en el mar, no es de extrañar que nuestro entorno celular sea muy sensible a la sal.

Hidratación, orina y temperatura

Por dar algún dato curioso, en términos prácticos, existe cierta relación entre el color de la orina y la temperatura. Cuando nos acercamos a la temperatura ideal de nuestro cuerpo (superior a 36,5 e inferior a 37,5 grados) la orina es amarilla.

Otro dato interesante, es la frecuencia de orina. Lo ideal es orinar una vez cada cuatro horas, y por la noche ninguna. En cuanto a mí, suelo beber siempre que puedo agua con sal (escamas de sal marina del Mercadona y agua de mar del Carrefour) si noto tener sed.

Además, todos los días bebo un vaso de agua con sal nada más levantarme y durante el entrenamiento. Dependiendo de la intensidad del entreno añado azúcar al agua, es decir, una solución glucosalina de andar por casa.

Y recuerda ¡En los entornos saludables, la hidratación óptima es la que nos brinda la sed real!

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