El ayuno y el cerebro

Pequeño artículo sobre como los mecanismos del ayuno crean un entorno saludable y protector a nuestras redes neuronales del cerebro, exacto, el ayuno promueve el factor BDNF.

Durante millones de años un entorno hostil de poco alimento (restricción calórica y ayuno) obligó a los organismos a adquirir la capacidad de catabolizar ácidos grasos y cuerpos cetónicos para obtener energía y poder sobrevivir. Pero analizando en profundidad la relación entre metabolismo y hormonas, ayunar o mantener una restricción calórica permanente no es la solución. Por mucha evidencia protectora que exista, lo idóneo es utilizarlo estratégicamente permaneciendo la balanza siempre hacia la correcta alimentación y el flujo calórico.

Metabolismo del ayuno

Disponemos de dos almacenes de glucosa, el hígado y los músculos. En ellos, la glucosa se guarda como glucógeno. Dependiendo del nivel de ejercicio físico, el glucógeno muscular se agota con rapidez. En cambio, el glucógeno hepático se agota entorno a 16-20 horas disminuyendo la glucemia, produciéndose así el cambio metabólico de la gluconeogénesis. Es decir, el organismo obtiene glucosa a partir de sustratos no glúcidos como ácidos grasos (cabe destacar en este punto el síndrome de consunción o inanición, cuando se pone fin al ayuno para catabolizar tejido proteico como músculo, huesos, órganos). De esta beta oxidación de ácidos grasos se producen cuerpos cetónicos como β- hidroxibutirato y acetoacetato. De los que depende el cerebro, además de la glucosa para mantener sus funciones energéticas.

El peso y la composición corporal están relacionados con el tiempo de ayuno antes de caer en el síndrome de consunción, es decir, aproximadamente personas con un porcentaje de grasa relativamente normal (en torno al 15%) pueden sobrevivir hasta 40 días en ausencia de alimentos. Pero a menor porcentaje de grasa corporal, menor duración de ayuno. El síndrome de consunción o inanición ocurre a partir del 5-6% de grasa corporal.

Cambios del ayuno en el cerebro

El ayuno intermitente provoca mejoras en la neuroquímica cerebral, optimizando la función cerebral a expensas de cambios en el metabolismo energético, es decir, al usarse más cetonas que glucosa. Dichas mejoras están relacionadas con mayor plasticidad sináptica y mayor neurogénesis a partir de células madre. Sí, creación de nuevas neuronas gracias al factor neutrófico del cerebro (BDNF). El BDNF favorece el crecimiento y mantenimiento de dendritas y sinapsis neuronal, mejorando la supervivencia de las mismas. Además, gracias al ayuno, en el cerebro aparecen aumentos en las defensas antioxidantes y proteínas como HSP-70 y GRP-78, que reducen los niveles de citoquinas pro-inflamatorias como TNFα, IL -1β e IL-6. Por eso, se observa una fuerte correlación en la literatura científica entre alteraciones del sistema nervioso central, como parkinson, alzheimer, demencias, epilepsia… con el ayuno, la restricción calórica y la dieta que imita el ayuno (dieta cetogénica).

Conclusión

La polarización tras la lectura de esta información puede dar a error. Entendiendo que el ayuno, la dieta cetogénica y la restricción calórica son los únicos factores capaces de proteger la neuroquímica y fisiología del cuerpo. Pero la glucosa es nuestra moneda energética básica, el azúcar en sí mismo es una sustancia pura que en un metabolismo adecuado se emplea como energía de manera sencilla. Pensar que el azúcar es el demonio, que solo el ayuno y la dieta cetogénica o baja en carbohidratos es la llave para la salud, es caer en un error.

Los beneficios que otorga el ayuno son, en base a la situación estresante que hay en el entorno y en el que cuerpo tuvo que adaptarse, pero existiendo entornos que dan energía de manera más sencilla y con menos estrés como ocurre con el azúcar deberían ser prioridad en su uso. En definitiva debemos cuidar el entorno que nos lleva a la intolerancia a la glucosa y no pensar que el problema es del azúcar. Básicamente esto es restringir los ácidos grasos poliinsaturados y todo tipo de estrés emocional, físico… Al que estamos expuestos de manera crónica, el ayuno es una gran herramienta que debe ser utilizada estratégicamente en épocas de muy poco estrés social-laboral-físico.

En otras palabras, el estrés está escondido de muchas formas. Hasta el pensar que comer de manera saludable puede ocasionar un ambiente estresante, pero de manera sencilla se debe favorecer un entorno adecuado, observando si existe déficit proteico o un balance desequilibrado de proteína (metionina) si sufrimos de insomnio, exceso de grasas poliinsaturadas, exceso de peso, tabaco, alcohol, malas relaciones sociales…

FUENTE
Valter D. Longo y Mark P. Mattson, en NCBI

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