No todo son hormonas y metabolismo, el aspecto psicológico me parece esencial para tener una vida plena. Dado que la salud tanto física como mental es la mayor de nuestras riquezas, adoptar cierta filosofía mental hace que nuestra vida crezca en sentido y significado. Pues al final, la vida o nuestra realidad depende de cómo esté el interior de nuestra mente, de cómo percibamos la realidad. Así que vamos a aventurarnos en diversas ideas filosóficas a través del resumen del libro de Alan Watts, la sabiduría de la inseguridad.
Pero antes. ¿Quién es Alan Watts?
Desde la Wikipedia: «Fue un filósofo británico, así como editor, sacerdote anglicano, locutor, decano, escritor, conferenciante y experto en religión. Se le conoce sobre todo por su labor como intérprete y popularizador de las filosofías asiáticas para la audiencia occidental.»
«Mensaje para una era de ansiedad«
–Alan Watts
Ideas principales
Querer por una vida segura es un castillo de arena debido a que la vida es inseguridad. Es decir, nos enfocamos en sentirnos seguros cuando lo único cierto es que todo es cambio e inseguridad. Así para poder salvarnos debemos aplicar la racionalidad de que no podemos buscar seguridad fuera de nosotros mismos. Debemos, como declaró el sabio chino Lao Tse liberarnos de todo lo que creemos conocer y abrir las puertas a la creatividad que surge desde nuestro vacío interior. Lugar, que por desgracia en los tiempos que corren huimos y no soportamos. No soportamos estar en nuestro silencio interior. Tenemos la costumbre de llenar nuestros tiempos vacíos con entretenimiento superficial, series, cotilleos, scroll infinito en las RRSS…
Nuestra realidad depende de nuestra mente, el cómo nos hablemos así como nuestra decisión de elegir determinadas formas de pensar condiciona nuestra forma de ver la realidad. Controlar la mente es difícil, pero simplemente requiere de entrenamiento como casi todo en la vida. Meditar, disponer de la filosofía y repetirse ciertos mantras ayuda a adoctrinar nuestra mentalidad.
«Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado, se funda en nuestros pensamientos y está constituido por nuestros pensamientos»
-Buda
Animales, presente y felicidad.
Probablemente los animales y los niños sean los seres más «felices» gracias a saber habitar el presente, su especialización en vivir cada momento guiados por sus instintos en el presente, hace que no sufran por pensar en un futuro, en un pasado o en el sentido de la vida. Solo saben disfrutar de su presente inmediato desechando así la posibilidad de tener diferentes futuros. Todos deberíamos aprender de esta enseñanza, para disfrutar el proceso del presente, pero, sin olvidar tener cierto objetivo, rumbo o dirección donde lo importante es no cargar nuestra felicidad en ese objetivo futuro del que esperamos validación o resultado. Es decir, deberíamos hacer las cosas por el disfrute de mantenernos en el proceso, en el estado de flujo de la consecución del objetivo. Pero, y ahora viene lo importante, no esperar demasiado por conseguir algo tras haber realizado tal acción. Cuando depositamos con totalidad nuestra felicidad en el resultado, nos olvidamos así del proceso, estamos rechazando el presente y poniéndonos la zancadilla hacia un pozo de frustración y desesperación cuando no obtenemos el resultado esperado. En cambio, si le restamos valor al hecho de conseguir nuestros objetivos mientras ponemos toda la atención en el proceso de conseguirlos viviendo el presente, obtenemos una vida más plena y feliz, puesto que ponemos toda nuestra atención a lo que depende de nosotros en el momento presente.
En síntesis:
- Hacer sin esperar nada
- Infravalorar los resultados y valorar las acciones del presente
- Desechar expectativas
- Fijar objetivos es necesario e importante para mantenerse vivos. Es decir, es revertir la fijación de metas u objetivos para disfrutar el proceso, en vez de disfrutar del resultado.
- Vivir en el punto intermedio sin perseguir horizontes infinitos
La dicotomía de control que desarrolló Epicteto resulta genial para tener una vida agradable y sencilla. Debemos preocuparnos solo por lo que depende de nosotros sin esperar ningún resultado o desesperarnos por las cosas que nos son ajenas. Que son casi todas menos nuestros pensamientos, voluntad de acción y conductas.
Esperar por un futuro que no se convertirá según nuestra forma de desearlo es una ecuación destinada al caos. Y si por fortuna ocurre tal y como habíamos planteado, nos encontrará mirando con soberbia, por encima del hombro y de manera ausente, al estar frustrados por la obtención de otro objetivo futuro o podemos llegar a sentir que no ha sido suficiente, generando así un estado de inconformismo perpetuo. Y así nos pasamos la vida sin vivir el darse cuenta, para evitar esto, solo hace falta entrenar la meditación, parar, contemplar, observarnos, vivir con atención, quietud, lentitud y plenitud.
«Si para disfrutar de un presente agradable, debemos tener la seguridad de un futuro feliz. Estamos pidiendo la luna»
La constante del cambio
La vida es cambio, es movimiento, es inseguridad, es incertidumbre… Sinónimos para definir lo mismo:
IMPERMANENCIA.
Así muchos otros sabios han hablando sobre ello, recordemos a Heráclito y el río, que nos decía que nunca te bañas 2 veces en el mismo río, porque tanto el río como tú mismo habéis fluido y cambiado. En el Tao, Budismo y Estoicismo se observa también el mismo concepto. Por ello, debemos aceptar el cambio, fluir en él, ser flexibles adaptarnos, etc. Si por el contrario no aceptamos que la vida es cambio, somos seres rígidos y controladores, nos volvemos locos, entramos en un círculo vicioso de rechazo y desesperación. La mejor manera de fluir con el cambio de la vida es participar en su mismo juego, sin olvidar que:
LOS JUEGOS SE DISFRUTAN
Sobre cómo validar el futuro
Pensar en el futuro es necesario, debemos tener cierta dirección para poder crear el sentido o significado de nuestra vida. Pero no debemos perder el contacto con la realidad mientras nos dirigimos hacia nuestro objetivo independientemente se consiga o no, debemos vivir con nuestra atención o consciencia en el presente dado que es la única realidad que existe. Suponiendo, que por ejemplo, fuéramos inmortales, si viviéramos constantemente para el futuro no entenderíamos nada durante toda nuestra eternidad. En este concepto está creciendo actualmente la sociedad, vivimos para un mañana, esperamos determinadas situaciones futuras, y dadas estás inferencias abstractas que realiza nuestro cerebro hacia un futuro inestable e incierto, nos frustramos y caemos presa de la depresión (véase el aumento estadístico de enfermedades mentales que predominan en nuestra época, sobre todo tras el COVID).
Para poder «controlar» nuestros pensamientos y evitar caer en el trampantojo del futuro debemos entrenar nuestra atención o conciencia para no generar fricción o irritación con la idea que esperamos de la realidad y la realidad que está siendo. Es decir, debemos aceptar totalmente sin esfuerzos toda nuestra circunstancia y a partir de ahí, adaptarnos y actuar en consecuencia abandonando posteriormente lo ocurrido y volviendo a prestar atención al momento presente. Bajo este concepto uno de mis mantras que me repito con asiduidad es:
No importa lo que ocurra: Redención, aceptación, agradecimiento, adaptación, acción y abandono.
Querer permanecer seguros en una realidad que está en constante cambio es rechazar la vida, es vivir en tensión, en una constante irritación… Lo que debemos hacer es entender de manera individual, que no existe la seguridad, que su búsqueda implica dolor y que si «desgraciadamente» la encontramos no suele gustarnos puesto que esperábamos otra cosa o nos vemos involucrados en un círculo vicioso donde no nos conformamos y queremos más sin valorar lo que ya somos. (-Y digo somos y no tenemos, porque pienso que la clave es darse cuenta de que: somos nuestro propio recurso. Que con nosotros mismos es suficiente.)
La seguridad es aislamiento, es estancamiento.
La aceptación del cambio es flujo, es realidad.
Hacía el ser consciente
El arte de saber vivir es auto-contemplarse, es vivir el darse cuenta de dónde está nuestra mente, entender nuestros pensamientos, aprender a conocernos, observar nuestros deseos, sensaciones y abrirse a experimentar tanto nuestro interior como lo que nos rodea, sin generar tensión, en coherencia con uno mismo, sin sabotearnos, ni frustrarnos. Cuando la realidad cambia, cambiar con ella, ser uno con la realidad que nos rodea. Es decir, la clave es ser consciente de uno mismo, sin separarse del momento presente, siendo consciente del presente con todo nuestro ser, ya que es lo único real que existe, no hay nada más, es el único lugar en el que podemos «experimentarnos» o en definitiva, vivir.
Debemos aceptar y fluir en la realidad sin rechazarla, para poder hacerlo debemos tener conciencia de ella, debemos dejar que el presente lo sea todo sin juzgarlo ,ni plantearnos si somos felices, simplemente debemos entrar en nuestro ser. Aprender a ser uno mismo, en eso consiste la experiencia de vivir, en aras de conseguir una vida plena y agradable.
«El arte de vivir consiste en ser completamente sensible a cada momento en considerarlo como nuevo y único en tener la mente abierta y receptiva»
Es fácil hablar de estar en el momento presente, este hecho requiere de mucha disciplina y entrenamiento mental. Una de las mejores herramientas es la meditación, así como fijarnos en nuestra respiración, este proceso sutil y leve que ocurre de manera inconsciente. Cuando préstamos atención en la respiración automáticamente conectamos con el presente y con nosotros mismos, conseguimos simplemente estar, conseguimos tener la mente en calma sin realizar enjuiciamiento o deseos de otra realidad alternativa. Debemos darnos cuenta de que la experiencia del presente no debe ser definida, únicamente debe ser percibida.
«El misterio de la vida no es un problema a resolver, sino una realidad a experimentar»
Cuando deseamos otra realidad de la que está siendo dividimos nuestra mente y empezamos a generar conflicto y sufrimiento en nuestro interior, el cual, se acumula y acaba debutando en nuestro temperamento con un carácter lleno de miedo, frustración, enfado, mal genio…
Esta mente dividida entra en un pozo de ambición inconformista, es una mente que se sienta a comer picoteando de todos los platos sin saborearlos sin darse cuenta de nada. Al contrario, una mente que no está dividida, no tiene tensión se encuentra libre, se encuentra en coherencia con el interior de cada uno pudiendo así observar cómo se expresa la realidad en el ahora.
- Simplemente es estar aquí y ahora, hacer 1 cosa a la vez, vivir completamente, vivir profundidad, totalidad y plenitud.
Solo existe el ahora y nada más
Sólo existe el presente y darnos cuenta de esto es nuestro único objetivo mental. Deberíamos darnos cuenta de que ya somos suficiente para experimentar nuestra realidad, que la felicidad es por defecto, es un estado completo que atañe tanto a los momentos de depresión como de alegría.
No podemos vivir a expensas del futuro puesto que consigamos o no lo propuesto o resolvamos o no la circunstancia que la realidad nos impone, lo único constante es nuestro estado interior, debemos por ello, entrenar nuestra mente, mirar hacia dentro, vivir desde nuestro interior para afrontar las circunstancias exteriores sean buenas o malas con buen ánimo. Con el fin de disfrutar en nuestra mente/conciencia estados de: tranquilidad, paz, plenitud, alegría, Nirvana…Llámalo como quieras. Sin olvidar que, siempre tendremos algún tipo de obstáculo u objetivo por lo que esperar a que cuando consigamos superar dicho obstáculo, obtener dicho objetivo o cuando desaparezca tal afección será cuando nuestra situación mejore y podremos ser «felices» es condenarse. En definitiva, lo que quiero decir es que, la esperanza es el rechazo de la realidad y como la realidad es inamovible, la esperanza es rechazar la vida.
Algunas reflexiones de Sam Harris sobre el tema:
«La realidad de la vida de uno siempre es ahora. Y darse cuenta de ello es liberador. De hecho, creo que no hay nada más importante que debamos entender si lo que queremos es ser felices en este mundo. Siempre es ahora»