Debido al «nuevo» y enorme mundo de la microbiota intestinal y sus continuos avances no voy a profundizar mucho en este tema, considero que una vez cubiertos unos pocos básicos los cuáles ya se mencionaron en SIBO y digestión óptima poco se puede afirmar, por estar la investigación de la microbiota aún en pañales. Aún con todo vamos a dilucidar información útil sobre los ácidos grasos de cadena corta, el butirato y sus efectos en la salud intestinal.
Índice
●Introducción
●Ácido butírico
●Suplementación con butirato
●Dosis y estudios experimentales
●Ejercicio físico y butirato
●Cambios en la microbiota
●Efectos en la fisiología intestinal del ejercicio
●Tejido linfoide intestinal
●Prebióticos
●Alimentos ricos en fructooligosacáridos
●Alimentos que promueven la producción de ácido butírico
●Alimentando a las cepas bacterianas correctas
Introducción
El ácido butírico, acético y propiónico son los principales ácidos de cadena corta producidos en el intestino (en el colón) gracias a la microbiota intestinal que fermentan la fibra dietética.
Ácido butírico
La importancia del ácido butírico radica en su función como fuente de energía para las células intestinales,en este caso, los colonocitos. Otros efectos positivos son: protege frente al hígado graso, frente al estrés oxidativo, es antiinflamatorio y tiene un papel crucial frente a la resistencia insulina y la obesidad. Además, el butirato fomenta la absorción de sodio y agua en el colon.
En muchas enfermedades del sistema digestivo se ve alterada la capacidad de absorber los ácidos grasos de cadena corta por estados de inflamación e irritación, viéndose así comprometidas las funciones beneficiosas del butirato en el intestino.
Existen otras situaciones que también deterioran la microbiota intestinal como:
- Antibióticos
- Radioterapia, quimioterapia y cirugía abdominal
- Endotoxinas, exposición a medicamentos gastrolesivos, alcohol y tabaco.
- Dietas con muy bajo o muy alto contenido en fibra dietética
- Alergias e intolerancias alimentarias tipo de dieta, exceso de ejercicio físico, estrés psicológico, alteraciones mecánicas en el motor migratorio intestinal (déficit de peristaltismo), etc.
Suplementación con butirato
En patologías intestinales donde existe disbiosis de la microbiota es donde cobra más importancia el ácido butírico, patológicas como:
- Colitis ulcerosa.
- Enfermedad de Crohn.
- Síndrome de intestino irritable.
- Estreñimiento funcional.
- Diverticulosis.
Dosis y estudios experimentales
«En el síndrome de intestino irritable, la suplementación oral con ácido butírico constituye un nuevo enfoque dietético con potencial prometedor. Se ensayó en 66 pacientes que recibieron 300 mg de ácido butírico frente a placebo. A las 4 semanas ya fue significativa una disminución del dolor abdominal durante la defecación en el grupo que recibió ácido butírico.»
«En un estudio llevado a cabo con 300 mg de butirato sódico en dos dosis diarias de 150 mg cada una, se evidenció frente a grupo control de forma estadísticamente significativa y a las 12 semanas, una reducción en la incidencia de estreñimiento.»
Ejercicio físico y butirato
Es y será un tema muy recurrente en el Bosón, el ejercicio físico es un gran pilar para toda la fisiología y en el caso de la microbiota no es para menos.
Los beneficios que promueve el ejercicio físico en la microbiota intestinal, vienen dados por el aumento en la producción de bacterias productoras de butirato el cual está asociado con una mejora en el consumo de VO2Max (mejora la capacidad cardiorrespiratoria). Aunque, en general estos resultados, se observan en la literatura científica cuya metodología se basa en ejercicio físico aeróbico de diferente intensidad y duración, es probable que otro tipo de ejercicio como el de fuerza también promueva dichos cambios beneficiosos. (Para curarnos en salud y ser completos, introducir al entrenamiento de hipertrofia-fuerza sesiones de cardio como HIIT, carreras intensas de 5km… Es decir, el entrenamiento concurrente puede ser muy beneficioso).
Cambios en la microbiota
El ejercicio repercute en cambios en la flora bacteriana, favoreciendo la proporción hacia bacterias Firmicutes en detrimento de Bacteroidetes. Ofreciendo así una microbiota con mayor diversidad, con menor número de especies patógenas y protección frente a enfermedades como la obesidad y diabetes tipo 2.
Otro aspecto observado en la microbiota de personas (al analizarse las heces) que realizan actividades deportivas, cuyas dietas altas en proteína y ricas en suplementación de suero lácteo, se objetivan cepas bacterias beneficiosas como Ruminococcaceae, Succinivibrionaceae, Succinivibrio, Prevotellaceae y Akkermansiaceae.
Efectos en la fisiología intestinal del ejercicio
La realización de ejercicio físico sobre todo cuando éste es extenuante (maratones) y en condiciones de calor, provoca una elevación de la temperatura corporal central y reduce el flujo sanguíneo intestinal. Esta combinación de estrés (isquemia y calor) aguda sobre el intestino genera de manera transitoria daños en la función de la barrera intestinal pudiendo alterar el sistema inmunológico de la mucosa intestinal haciendo así que diferentes liposacaridos y endotoxinas salgan del intestino.
Sin embargo, tras la permeabilidad intestinal y consecuente exposición a endotoxinas durante el ejercicio sigue el reposo y la regeneración, observándose así en las personas entrenadas menores niveles de endotoxinas que en personas sedentarias. Se cree que esto es gracias al estímulo-adaptación de las proteínas de choque térmico que ocurre durante el ejercicio, dichas proteínas previenen la degradación de las proteínas que unen las células epiteliales del intestino. Es decir, el estrés inicial que genera el ejercicio físico a la larga estimula adaptaciones beneficiosas mejorando la resistencia de la barrera intestinal. Pero cabe destacar la importancia del contexto, en una persona con graves alteraciones intestinales la prescripción de ejercicio físico debería ser realizar con sumo cuidado, para no seguir echando leña al fuego.
Para terminar, el correcto ejercicio físico mediante un gran torrente de señalización celular que estimula y libera múltiples metabolitos, antioxidantes enzimáticos, mioquinas y hormonas genera un estado pro salud que interactúa con todos los sistemas fisiológicos, beneficiando así al aparato digestivo, inmune, mental, linfático, circulatorio, detoxificador, etc. (Si quieres salud debes considerar hacer más o menos ejercicio físico, no hay mucho más que decir).
Tejido linfoide intestinal
La salud empieza en el sistema digestivo, el intestino está expuesto continuamente a infinidad de patógenos y endotoxinas provenientes de la dieta, estos son eliminados gracias a la flora intestinal y células linfoides, ya que es el intestino el órgano linfoide más grande del cuerpo conteniendo aproximadamente el 70% de los anticuerpos. En concreto, las inmunoglobulinas del tejido linfoide intestinal (GALT) son quienes eliminan virus, bacterias y partículas extrañas por medio de la Inmunoglobulina A (IgA). Pudiéndose así influir en dichas cepas bacterianas mediante determinados alimentos prebióticos que promueven en la microbiota (bifidobacterias) la síntesis de IgA.
Prebióticos
Cómo prebióticos se entiende a los alimentos que sirven de alimento para la microbiota intestinal. En concreto, son los fructooligosacáridos quienes aportan azúcares fermentables para el crecimiento de cepas bacterianas beneficiosas como Bifidobacterias y Lactobacillus, a la vez que pueden reducir bacterias patógenas como salmonella y clostridium.
Alimentos ricos en fructooligosacáridos
Miel, levadura de cerveza, cebolla, espárragos, centeno, avena, alcachofas, plátanos y la achicoria. Se pueden encontrar otras fibras alimentarias utilizadas como sustancias tecnológicas en el alimento (aumentar su textura, densidad, espesor) como pectinas, inulinas y hemicelulosas que funcionan como prebióticos y estimulan la síntesis de ácidos grasos de cadena corta.
Alimentos que promueven la producción de ácido butírico
Es necesario concretar antes que la principal fuente de ácido butírico es resultante de la fermentación de fibra dietética, llevada a cabo por las bifidobacterias. Pero, de forma secundaria el ácido butírico presente en alimentos ricos en grasas saturadas sigue aportando beneficios. Estos alimentos a groso modo son: lácteos enteros, mantequilla y otros más específicos como el plátano, jícama, kombucha y diente de león.
Alimentando a las cepas bacterianas correctas
En resumen, los alimentos que promueven las cepas bacterianas sacarolíticas beneficiosas son en términos generales las frutas, hortalizas, tubérculos y verduras. Gracias a la fermentación de las fibras las bacterias sintetizan vitamina K, butirato, acetato y propionato.
Por otro lado, existen otras cepas bacterianas que al fermentar proteínas provenientes de productos cárnicos ultra-procesados (fiambres como jamón York, chopped…), producen fenómenos de putrefacción, generan amoniaco y síntesis de aminas biógenas como histamina, nitrosaminas, cadaverina y putrescina.
Sin embargo, debido a la gran variabilidad individual respecto a la dieta y hábitos de vida, cada microbiota es diferente y lo que puede ir bien para una persona puede ser desastrosa para otra. Aún con todo existen ciertos parámetros generales como ser capaces de digerir cualquier alimento, interferir en la microbiota eligiendo diferentes grupos de alimentos y por último, observar la cantidad de flatulencias y eructos que se expulsan, hinchazón abdominal tras las comidas, digestiones pesadas, estado de la piel… Con el fin de comprobar el estado del aparato digestivo.
Fuente
Scielo. Ácidos grasos de cadena corta y patología intestinal
Elsevier. Alimentos prebioticos y probioticos
Journals. Ejercicio y microbiota
Journals. Ejercicio como promotor de la salud intestinal.