Se ha atribuido al azúcar el proceso de glicación proteica que ocurre en la diabetes, reacción que tiene lugar por los productos degradados de la descomposición de los ácidos grasos poliinsaturados. De hecho, esta reacción aumenta sobre todo con la presencia de la acrilamida, un producto altamente carcinógeno producido en el tratamiento a altas temperaturas del almidón. Es decir, son las grasas poliinsaturadas que con mayor prevalencia están expuestas a ser enranciadas, oxidadas, las que crean un escenario patológico relacionado con la inflamación, resistencia a la insulina y desorden metabólico que, entre otras alteraciones, pueden acabar en diabetes.
Al contrario de lo extendido en el paradigma actual, el azúcar tiende a proteger contra los efectos nocivos de las grasas oxidadas, gracias a que la presencia de azúcar aumenta su misma oxidación e inhibe la oxidación de estas grasas. No tiene sentido que la glucosa, moneda fisiológica esencial que produce energía (ATP), sea la raíz de todas las enfermedades como muchos predican.
PUFAS en la glicación proteica
Las grasas poliinsaturadas en presencia de oxígeno y calor se oxidan, produciendo peroxidación lipídica en el organismo. Esto se traduce en alteraciones negativas en el ADN y en las mitocondrias. Una alta presencia de ambos sustratos, es decir, azúcar y PUFAS, en un entorno metabólico inflamado y estresado crónicamente, está destinado a entorpecer todas las rutas fisiológicas y a desencadenar en patología. Por ejemplo, el estrés producido por el ácido araquidónico (ácido eicosatetraenoico omega-6) produce en los vasos sanguíneos escapes de fibrina hacia la matriz extracelular, resultando en fibrosis. Por ello, en términos generales, la inflamación resultante “siempre” producirá enfermedad.
La relación entre la grasa poliinsaturada y el estrógeno se relaciona con la creación de fibromas en el organismo. Así, por ejemplo, grandes dosis de estrógeno producen fibrosis en el útero; el cáncer de mama es dependiente de estrógeno; niveles descontrolados y altos de estrógeno tanto en hombres como en mujeres producen un descontrol en sus células grasas, alteraciones vasculares como trombosis venosas, arañas vasculares… Y además, con el envejecimiento aumenta la peroxidación lipídica gracias -en parte- al característico cambio metabólico de glucosa a ácidos grasos. De hecho, en el reino animal se observa que varias especies longevas presentan en sus tejidos un menor grado de insaturación en sus grasas.
Lipofuscina
La lipofuscina es el resultado directo de la peroxidación lipídica. Las manchas de color marrón (cuidado no son lentigos producidos por el sol) que generalmente están presentes en personas de mayor edad, aumentan a mayor velocidad según el consumo de grasas dietéticas no saturadas, las poliinsaturadas y con la glicación proteica. Un signo clave para comparar metabolismo y forma de envejecer saludable o no es, en personas con los mismos años, cuantificar la presencia de lipofuscina. Sabiendo lo anterior, la lipofuscina se puede evitar procurando una dieta baja en PUFAS, sin déficit de vitamina E, baja en cualquier tipo de estrés físico o emocional y evitando el exceso de estrógeno.
Resumen
Conforme envejecemos, el metabolismo tiende a cambiar hacia la beta-oxidación de ácidos grasos en vez de glucosa (algo que podemos moldear con nuestro entorno). Este cambio de metabolismo se observa con la aparición del pigmento de la edad, la lipofuscina, la cual se relaciona directamente con el tipo de insaturación de la grasa ingerida. Por otro lado los estrógenos también van de la mano del envejecimiento, produciendo tejido fibrótico y alteraciones metabólicas.
Para evitar esto se debe mantener el metabolismo de un niño, el cual maneja muy bien los hidratos de carbono simples produciendo energía, calor, vitalidad… Y mantener una correcta función tiroidea, reducir la inflamación crónica de bajo grado y mantener niveles de estrógeno bajos independientemente del sexo, todo ello teniendo en cuenta que en hombres se debe mantener alta la testosterona y en mujeres la progesterona.
FUENTES
“Suitable Fats, Unsuitable Fats: Issues in Nutrition”,Ray Peat