La felicidad por Bertrand Russell

La felicidad por Bertrand Russell, un eje, una conquista, para el equilibrio de la salud mental. En este artículo os hago un resumen de las ideas que más me han cautivado de su ensayo filosófico “La conquista de la felicidad”

Índice

●¿Qué hace desgraciada a la gente?
●Infelicidad Byroniana
●Éxito y competencia
●Aburrimiento y excitación
●Fatiga y mente ante las preocupaciones
●Envidia
●Sentimiento de pecado
●Prepotencia
●Miedo a la opinión pública
●¿Es todavía posible la felicidad?
●Entusiasmo
●Trabajo
●Intereses no personales
●Esfuerzo y resignación
●El hombre feliz
●Mi opinión

Introducción

Una de las maldiciones de nuestro siglo es el aburrimiento, de él derivan la mayor parte de nuestras fechorías. En comparación, nos aburrimos menos que nuestros antepasados gracias a los avances científico-tecnológicos, pero tenemos miedo de aburrirnos. Es más, nos desesperamos por el constante temor a aburrirnos.

Por un lado, las personas creativas como científicos, artistas y personas que dedican su vida a labores humanitarias, convierten la compasión en una tarea absorbente. Mientras que al resto de la humanidad no le queda otra que dañarse a si misma o al prójimo, comprar cosas inútiles, malgastar su tiempo viendo series…

En palabras de Bertrand Russell, no está claro si el secreto de la felicidad es ser imbécil o en no serlo completamente, ya que, para ser feliz se requiere pensar adecuadamente, no dejar de pensar, actuar correctamente, desinteresadamente, pero sin dejar de actuar.

¿Qué hace desgraciada a la gente?

La infelicidad es una elección. Consiste en conceptos de la realidad erróneos, una ética de vida errónea y hábitos de vida erróneos, que llevan la destrucción del entusiasmo intrínseco de cada persona, ese afán, esa curiosidad de cosas posibles del que depende la felicidad. Se trata del porqué interior de cada persona.

Sin embargo existe el dolor. Dolor en forma de guerras, familiares o amigos que puedan morir… Pero este dolor no es excluyente de la cualidad primordial de la vida, como realizan los que nacen del disgusto por todo y de uno mismo. Por ello para el mantenimiento de la felicidad según Bertrand Russell, se debe mantener viva la llama del interés, acto preventivo del completo aburrimiento.

Infelicidad Byroniana

A lo largo de la historia han existido auténticos nihilistas y sabios que se han dado cuenta de que: “no queda nada por lo que valga la pena vivir”. Sostener esta opinión implica ser verdaderamente desgraciado, aun orgullosos de su desdicha, atribuyen a ello la misma naturaleza de la vida, del universo, considerando así el único pensamiento y actitud racional.

Opinar así es muy simple: Claro que existe una minúscula compensación en la sensación de superioridad que experimentan estos sufridores, siendo esta compensación suficiente para la pérdida de los placeres sencillos: “El sabio será todo lo feliz que permitan la circunstancias, y si la contemplación del universo le resulta insoportablemente dolorosa, contemplará otra cosa en su lugar”. Es frecuente el estado de ánimo en el que sientes que todo es vanidad, para salir de este estado, es importante tener una necesidad imperiosa de acción.

Una vez satisfechas las necesidades biológicas humanas, cuando la riqueza permite al homo sapiens satisfacer todos su caprichos en mayor o menor medida, la ausencia de esfuerzo elimina un ingrediente básico de la felicidad. Para Bertrand Russell la persona que adquiere sin esfuerzo las cosas, concluye que la satisfacción de los deseos no da la felicidad. La persona con carácter filosófico, concluye que la vida humana es miserable e infeliz aun teniendo todo lo que desea. Es común olvidar que una parte básica de la felicidad es no tener todo lo que se desea, y mantener el proceso e interés por ayudar y mejorar a los demás y a uno mismo.

A los jóvenes con talento que no saben qué hacer en el mundo,para encontrar su felicidad Bertrand Russell les recomienda:

“Deja de intentar escribir en cambio intenta no escribir. Sal al mundo, hazte pirata, rey en Borneo, un obrero en la Rusia soviética y, busca una existencia en que la satisfacción de necesidades físicas elementales ocupe todas tus energías. Al cabo de unos años de vivir así, el ex-intelectual encontrará que a pesar de sus esfuerzos ya no puede contener el afán de escribir y cuando llegue ese momento, lo que escriba ya no le parece tan fútil”.

Mi interpretación de sus palabras es, que tras despojarte de todos los bienes innecesarios, y tareas banales que mantienen el mono incesante de la mente, al verte en situaciones comprometidas donde tu prioridad sea trabajar para poder vivir justamente, encontrarás el valor a lo que tienes, y encontrarás tú verdadera pasión.

Éxito y competencia

Alcanzar el éxito es un ingrediente de la felicidad, pero cuando se eliminan otros ingredientes para conseguirlo, el éxito sale caro. El resultado es que una vez alcanzado el éxito, el hombre no sabe que hacer, ya que el éxito se ha convertido como un fin único en la vida, apareciendo así el aburrimiento, a menos que se sepa qué hacer con el éxito una vez conseguido.

La competitividad cuando es considerada un fundamentalismo en la vida, es un estado de tristeza, demasiada tensión, disciplina, voluntad firme, un estado demasiado duro que tras un plazo de tiempo relativo, puede causar fatiga, actitudes de escape, un estado de querer placer de manera tensa y difícil en el trabajo e interfiere en la relajación.

Esto no solo afecta al trabajo, también al ocio. Un ocio tranquilo y restaurador es definido como aburrido. Solo se persigue una continua aceleración, productividad, competencia, éxito… que finalmente acaba en colapso, depresión, vicios, drogas… La solución es atender a la importancia del disfrute sano y tranquilo en un contexto de vida equilibrado.

Aburrimiento y excitación

Las capacidades de una persona no deben estar continuamente ocupadas. Lo contrario del aburrimiento no es el placer, si no la excitación. Cierto grado de aburrimiento es un ingrediente necesario en la vida.

Existen dos clases de aburrimiento: Fructífero, consiste en la ausencia de adicción, droga y vicios nocivos; y ridículo, en el cual existe la ausencia de actividades vitales. En otras palabras, haz cosas que aporten, no que aparten.

Una generación que no pueda aguantar el aburrimiento será una generación de hombres disociados de los procesos naturales y vitales, hombres pequeños. Una vida tranquila, es característica de grandes hombres donde sus placeres no fueron ajenos o excitantes, sin grandes logros de trabajo duro, agotador, persistente, absorbente y difícil que aminora la energía restante para formas de diversión aun mas fatigosas. Las actividades o formas de diversión deberían servir para recuperar la energía física durante los días festivos, por ejemplo, el alpinismo.

Fatiga y mente ante las preocupaciones

La fatiga física sin ser excesiva contribuye a la felicidad provocando sueño profundo y buen apetito, así como involucrar placeres fructíferos en los días de fiesta. Sin embargo, el trabajo físico excesivo, es una tortura, que llevado a extremos confiere una vida insoportable.

La fatiga derivada del trabajo agotador para sobrevivir, es consecuencia de las preocupaciones mentales, y estas se pueden evitar con una adecuada filosofía de vida y disciplina mental. Ya que la mayoría de hombres y mujeres son incapaces de controlar sus pensamientos.

Solo se debería emplear tiempo en pensar en los problemas cuando tiene sentido hacerlo, el resto del tiempo, es conveniente pensar en otras cosas o en nada (el poder del ahora). Cultivar una mente ordenada, que piensa en el momento adecuado, y no a todas horas, es básica para aumentar y mantener la felicidad. Cuando hay que tomar decisiones complicadas, una vez obtenidos todos los datos, es momento de pensar de la mejor forma posible y tomar la decisión, sin revisarla a excepción de nuevos datos. No existe nada tan agotador como la indecisión.

Nuestros actos y pensamientos no son tan importantes como nos los creemos, y esto también es válido para nuestros éxitos y fracasos. Ante cambios bruscos y dolorosos en la vida tendemos a exagerar y no ver el final, pero con el tiempo se desvanece su intensidad.

Ante desgracias en la vida, es útil pararse y pensar seriamente que es lo peor que podría ocurrir. Tras afrontar esa posible situación, buscamos soluciones y razones solidas a esa desgracia para entender que al final no era tan terrible. Soluciones existen siempre, al afrontar el peor de los casos, la preocupación desaparece, sustituida por un regocijo extraño.

Todo tipo de miedo empeora si no se le enfrenta. Incluido el esfuerzo de evitar nuestros pensamientos negativos (la mente no distingue entre la realidad y nuestros pensamientos). Para ello, lo mejor es pensar en ese problema racionalmente, calmadamente y concentradamente, hasta conseguir familiarizarse. Así el problema nos parecerá común, anodino y nuestros pensamientos incesantes se alejarán. En resumen, cuando sientas preocupación excesiva por algo, lo mejor es pensar en ello aun más de lo que harías normalmente, hasta perder la existente preocupación.

Envidia

La cura de la envidia es la felicidad, y para aumentar la felicidad se debe aumentar la admiración. La envidia es la más lamentable característica humana, ya que la persona envidiosa hace daño a los demás de manera deliberada, haciéndola así desgraciada, porque en vez de conseguir placer por lo obtenido, sufre por lo que tienen los demás.

La envidia es el vicio moral e intelectual que nos hace no ver las cosas como son, estando siempre comparando su relación con otras. Para evitar esto, es necesaria una disciplina mental, tener la costumbre de no pensar pensamientos inútiles. De todos modos ¿qué es más envidiable que la felicidad?

El hombre civilizado hace crecer su corazón como su cerebro, su crecimiento personal le hace aprender a trascender de sí mismo, siendo así libre.

Sentimiento de pecado

Este sentimiento empeora la vida de quienes lo sufren, hace a la persona sentirse desdichada e inferior. Con la desdicha tiende a quejarse en exceso de los demás, sin disfrutar de las relaciones personales. Con la inferioridad aparece el resentimiento contra los que “parecen superiores”, apareciendo así la envidia y no la admiración.

Un comportamiento generoso hacia los demás, aporta felicidad a uno mismo y a los demás. Esto es resultado del equilibrio y auto confianza, una completa integración mental entre consciente y subconsciente que funcionan en armonía sin conflictos.

La persona enfrentada y dividida busca distracción, le atraen las pasiones peligrosas, porque le sacan de si misma evitando la dolorosa necesidad de pensar. Es decir, alivia su dolor con intoxicación, con actividades ridículas, con vicios…

“La felicidad auténticamente satisfactoria va acompañada del pleno ejercicio de nuestras facultades y de la plena comprensión del mundo en que vivimos” – Bertrand Russell.

Prepotencia

Cuatro son los principios para mantenernos humildes:

  1. Recuerda que tus motivos no siempre son tan altruistas como te parece a ti.
  2. No sobrestimes tus propios méritos.
  3. Ni esperes que los demás se interesen por ti tanto como te interesas tú.
  4. Tampoco creas que la gente piensa tanto en ti.

Una persona sin talento pero que se considera un genio, con mucha voluntad y motivación haría bien en no seguir intentándolo, y al revés, un genio a quien no reconocen su mérito, debería persistir. Si sospechas que eres un genio pero las personas de tu alrededor no, esto es una indicación, una prueba de que tal vez no lo seas, deberías preguntarte:

“¿Produce usted porque siente la necesidad urgente de expresar ciertas ideas o sentimientos, o lo hace motivado por el deseo del aplauso?”

Miedo a la opinión pública

La presión social de la opinión publica es más fuerte en las personas que la temen, que con los que se mantienen indiferentes a ella. “Los perros ladran más fuerte y están más dispuestos a morder a las personas que les tienen miedo que a los que les tratan con desprecio, y el rebaño humano es muy parecido en este aspecto”. Al demostrar miedo permites una buena cacería, pero si muestras indiferencia comienza la duda de su propia fuerza y te dejan en paz. Sin extremismos, las pequeñas rupturas de lo convencional como no vestirse como la sociedad determina, pertenecer a la iglesia, partido político, forma de alimentación… Si estas salidas de lo convencional son realizadas alegremente, sin provocar, sino de forma espontánea, acaban por tolerarse en la sociedad.

Como regla básica:

“Uno debe respetar la opinión pública lo justo para no morirse de hambre y no ir a la cárcel, pero todo lo que sobrepase ese punto es someterse voluntariamente a una tiranía innecesaria, y lo más probable es que interfiera con la felicidad de miles de maneras” – Bertrand Russell.

Es decir, una persona debe ser natural, seguir sus propias inclinaciones o pensamientos sin faltar el respeto a los demás o sin ser anti-social.

El miedo atrofia y disminuye el desarrollo personal, imposibilita la libertad de acción y pensamiento del que consiste la autentica felicidad. Para ser feliz es fundamental que el modo de vida sea basado en los impulsos intrínsecos de la persona y no en los deseos, opiniones, de las instituciones, personas de alrededor, familia, amigos, vecinos… que nos ha puesto el azar.

¿Es todavía posible la felicidad?

Las personas que tienden a subestimarse se sorprenden de sus éxitos, mientras que quienes de sobreestiman se sorprenden de sus fracasos. La sorpresa de quienes se subestiman es agradable, en cambio para quienes se sobreestiman, desagradable. Siendo así más precavido no ser excesivamente engreído pero tampoco excesivamente modesto.

Nuestras capacidades son limitadas, pero las oportunidades que hay en el mundo son casi ilimitadas. Si nuestra felicidad depende de nuestro contexto personal, lo más seguro es que pidamos más a la vida de lo que puede otorgarnos. Pidiendo demasiado obtendremos siempre menos de lo esperado. Las personas capaces de olvidar sus problemas gracias a un interés benevolente por cualquier temática, habilidad, cultura, ciencia… descubrirán que embaucadas en sus intereses al regresar al mundo personal, podrán enfrentar sus problemas con mayor calma y objetividad y, mientras, habrán experimentado una felicidad auténtica aunque pasajera.

El secreto de la felicidad según Bertrand Russell es:

“Que tus intereses sean los más amplios posibles y que tu reacciones a las cosas y personas que te interesan sean en la medida de lo posible amistosas y no hostiles”.

Entusiasmo

El entusiasmo es la característica más universal y distinguible en las personas felices. Cuantos más intereses tenga una persona más oportunidades de felicidad tendrá, debido a que si falla alguna, siempre quedarán otras. La vida es corta para interesarse por todo, pero, conviene tener tantos intereses como sean posibles para llenar nuestra vida.

Las pasiones ridículas, excesivas y desproporcionadas como beber para emborracharse, lo que buscan no es el placer en si mismo, sino el olvido, de una forma bruta y dañina. En vez de buscar el olvido mediante actividades facultativas, positivas.

El entusiasmo está directamente relacionado con la sensación de cariño. Las causas importantes en la pérdida del entusiasmo, son la sensación de no ser querido. Y a la inversa, sentirse amado desarrolla el entusiasmo.

Trabajo

Existen trabajos muy desagradables. Un exceso de trabajo es también algo penoso. Sin embargo, cuando el trabajo no es excesivo ni interfiere con la vitalidad de la persona, hasta el trabajo más aburrido, es mejor que no hacer nada. El trabajo ocupa muchas horas del día, en esas horas no tenemos que decidir qué hacer. La mayoría de personas si tuviera mucho tiempo libre quedaría indecisa, sin saber qué hacer, aunque realice algo agradable que merezca la pena, existirá la molesta sensación de que habría sido mejor hacer alguna otra cosa. La capacidad de saber aprovechar el tiempo libre es el último resultado de la sociedad, pocas personas hay que hayan alcanzado este nivel.

El trabajo actúa como algo preventivo del aburrimiento, esto es debido a que el trabajo aunque se una persona aburrida durante el mismo, no es nada en comparación con el aburrimiento que se percibe cuando no se tiene nada que hacer.

Palabras de Bertrand Russell para terminar el apartado del trabajo: “Acostumbrarse a ver la vida como un todo es un requisito imprescindible para la sabiduría y la auténtica moral. La constancia en los propósitos no basta para hacerle una feliz, pero es una condición casi indispensable para una vida feliz. Y la constancia en los propósitos se encarga principalmente en el trabajo”.

Intereses no personales

Una de las causas de la infelicidad, cansancio, fatiga, tensión… Es cuando las personas no se interesan por cosas que no son prácticas en sus vidas, al tener la mente continuamente ocupada creando un estado de ansiedad y preocupación perpetuo, sin dejar a la mente estados de tranquilidad. Esto provoca fatiga, y a mayor fatiga menos interés por cosas “no prácticas” del entorno. La disminución del interés disminuye la satisfacción antes proporcionada por esas actividades, resultando en mayor cansancio mental.

Las personas capaces de no llevarse el trabajo a casa, sin que se vuelvan a acordar de él hasta que empiece la siguiente jornada, son más productivas en sus vidas personales y laborales, más felices ya que no están en continua preocupación durante sus horas personales. Resulta mucho más fácil olvidarse del trabajo cuando al acabar uno tiene muchos proyectos, actividades… que le interesen.

En la vida ocurren imprevistos inevitables, desgracias. El haber cultivado una serie de intereses que facilitan la felicidad en tiempos pasados, permite que durante los tiempos de desgracias, tristeza, la mente pueda encontrar un refugio al recurrir a los intereses ya establecidos, para evadirse de las emociones negativas que hacen insoportable el presente. Las personas entusiastas, con vitalidad, superaran sus desgracias, porque después de cada contratiempo siguen manifestando interés por la vida.

Todos nuestros seres queridos están expuestos a la muerte, así como cualquier otra desgracia, puede aparecer en cualquier momento. Dejarse llevar por la pérdida, no es algo que deba ser admirado como acto de sensibilidad, si no como un acto deplorable por falta de entusiasmo y vitalidad. Por ello para alcanzar la felicidad es obligatorio tener bastantes intereses secundarios.

Esfuerzo y resignación

Las personas sabias no se preocupan por nada en exceso, pero, se ocupan de sus problemas, no se quedan paradas ante las desgracias evitables, no malgastan su tiempo con las emociones inevitables, incluso aguantan las evitables si para evitarlas necesitan emplear su tiempo y energía que puede destinar a fines más importantes.

Las personas que se enfurecen con los mínimos contratiempos, gastan una cantidad enorme de energía, que podrían utilizar en fines mas importantes, la impaciencia, la irritación, la preocupación, el odio, la venganza.. son emociones que no sirven para nada.

La persona que se libera de su preocupación tiránica, empieza a entender que la vida es más alegre que cuando estaba alineado con sus preocupaciones. Las antiguas molestias que le causaban sus conocidos, ahora son sencillamente ridículas, graciosas e inocuas.

El hombre feliz

La mera conquista de la felicidad para Bertrand Russell como es lógico depende del entorno exterior y del interior de cada uno, las personas infelices tienen un visión triste, pesimistas, negativista, victimista, un credo desgraciado de la vida. En cambio las personas felices son entusiastas, optimistas, enérgicas, risueñas, adoptan así una actitud resiliente y proactiva.

Una vez satisfechas las necesidades fisiológicas establecidas en la pirámide de Maslow como: Comida, salud, seguridad, amor, respeto, trabajo satisfactorio, autorrealización… cuando se tienen y se sigue siendo infeliz, es porque se padece alguna alteración o desequilibrio en la disciplina mental.

Nadie puede ser feliz en la cárcel, usualmente nos imponemos una cárcel mental, mediante nuestras pasiones egocéntricas. Para evitar esto, deberíamos procurar intereses que impidan a nuestros pensamientos retornar a nosotros mismos eternamente. Las más comunes de estas pasiones egocéntricas son el sentimiento de pecado, la autocompasión, el miedo, la envidia, la auto admiración…

En general la persona feliz es la que recibe y da cariño de manera natural, gracias a que ha conseguido conquistar su felicidad objetivamente por medio de sus intereses, los cuales le aseguran la felicidad y le brindan libertad y una mente tranquila.

Debemos primero ser felices nosotros mismos para poder ayudar y desear la felicidad a las personas que amamos. Al sentir un auténtico interés por otras personas o cosas distintas a nuestro ego, empezamos a formar parte del río de la vida, y no como un forma individual, aislada, dura y apartada del mundo.

La persona feliz no se caracteriza por un desequilibrio entre su mente consciente y subconsciente, al contrario, su personalidad tiene rasgos de unión y coherencia, con sus actos y pensamientos. No está enfrentada al mundo que le rodea. Una persona así observa y disfruta los detalles del mundo que le rodea, sin miedos, siente una profunda unión e intrínseca con el flujo de la vida, donde se encuentra la mayor dicha.

Mi opinión

La conquista de la felicidad por Bertrand Russell, se trata de un ensayo muy bonito del que he concluido que, debemos mantener un equilibrio mental capaz de distinguir la realidad como algo neutral sujeta a nuestras percepciones, las cuales nuestro cerebro no distingue y nos pueden crear diferentes respuestas hormonales. Es de vital importancia conocer esto para controlar nuestras reacciones y respuestas al entorno. Por otro lado, la existencia de diferentes y abundantes hobbies, objetivos o intereses enfocados en la virtud, Bertrand Russell los remarca como una vía de escape a los obstáculos de la vida, algo que nos mantiene enfocados y nos da placer independientemente de las circunstancias.

Y si os habéis quedado con ganas de más, no os perdáis estos breves consejos del gran Bertrand Russell

Actualización 22-Noviembre-2020

«Primero debemos darnos cuenta de que la verdadera causa del sufrimiento no está fuera, sino dentro. Es por ello que la verdadera práctica espiritual consiste en trabajar en la mente de uno mismo. La mente es muy poderosa. Puede crear la felicidad o el sufrimiento, el cielo o el infierno. Si, con la ayuda del Dharma, te las arreglas para eliminar tus venenos interiores, nada desde el exterior afectará jamás tu felicidad, pero durante el tiempo que esos venenos permanezcan en tu mente, no encontrarás la felicidad que buscas en ninguna parte del mundo.» –Nyoshul Khen Rinpoche

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